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Comentario sobre el libro de Nicholas Carr "Superficiales. ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?"

¿El extendido uso de internet podría estar cambiando, sin que nos diésemos cuenta, la forma en que nuestro cerebro procesa la información?, ¿y en qué sentido o sentidos?, ¿para bien o para mal?

En 1964, Marshall McLuhan se dio a conocer al gran público con su célebre sentencia “El medio es el mensaje”, y este libro es la aplicación de dicha idea al análisis de la situación creada con la aparición y popularización de internet, el nuevo “medio”. En palabras de Carr: “a largo plazo, el contenido de un medio importa menos que el medio en sí mismo a la hora de influir en nuestros actos y pensamientos”.

-Una breve inciso sobre esta frase del autor: ¿acaso el pensamiento no es “un acto”?-

Es interesante que el mismísimo Nietzsche afirmase, después de empezar a usar una máquina de escribir: “Nuestros útiles de escritura participan en la formación de nuestros pensamientos”.

Lo primero que me sorprendió del libro fue el relato de la propia experiencia personal del autor: tras más de una década en la que pasó mucho tiempo online, cuando hoy en día lee un libro su “concentración empieza a disiparse después de una página o dos. Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa hacer”.

Aunque considero que es precisamente la distracción lo característico de nuestro estado cotidiano, me resulta sorprendente que una persona que se ha educado sin internet, y escritor además, haya llegado a una situación tan dramática, pero quizás esté exagerando para darle más énfasis a su planteamiento.

Carr aporta el testimonio de los últimos descubrimientos en el campo de la neurofisiología, que demuestran que el cerebro adulto no sólo no es inmutable, sino que presenta una gran plasticidad, para subrayar la posibilidad de que la influencia del “medio” por el que accedemos a los contenidos sea más poderosa de lo que normalmente estamos dispuestos a admitir.

Los capítulos que disfruté más son aquellos en los que comenta cómo ciertas tecnologías, por ejemplo los mapas y los relojes, o incluso la propia escritura, cambiaron nuestra forma de pensar sobre nosotros mismos y el mundo.

Después de un par de capítulos más técnicos sobre la historia de la electrónica y la informática, con personajes tan curiosos como Lee de Forest o Alan Turing, el libro acaba centrándose en la polémica actual sobre los libros digitales, el resultado de los test de inteligencia y los informes educativos en la era de internet, así como el funcionamiento de Google en su papel de “organizador universal” de los contenidos en la red y de “digitalizador” de la mayor biblioteca del mundo.

Javier Abraldes